martes, 22 de marzo de 2016

Logró sanar.



A principios del siglo XIII, en plena reconquista de la Península Ibérica por parte de los Cristianos a los Musulmanes, sucedía una batalla al píe de unas montañas de Cáceres. En la Sierra de San Cristóbal (nombre actual) un reducido grupo de Almohades defendían un antiguo pueblo y puente romano claves para impedir el paso de los cristianos del Rey Fernando III. Pero tras pocas horas de combate los cristianos conquistaron la zona y los musulmanes se batieron en retirada.

Pero un Almohade herido (de nombre desconocido) quedó atrás y para huir de sus enemigos ascendió por una de las montañas de la sierra y, a punto de morir, se encontró con un manantial de aguas claras que brotaba de unas blancas rocas, entonces, sediento y mal herido, logró sanar sus males hasta ser de nuevo un gran soldado.

A partir de esta leyenda nace el nombre de un pueblo de Extremadura, llamado: Logrosán.

Aún existen



Aún existen lágrimas capaces de ahogar a la muerte.
Aún existen heridas vendadas con trapos de esparto.
Aún existen dolores penalizados con clavos perpetuos.
Aún existen mentiras perfumadas con jazmín.
Aún existen secretos guardados en carpetas abiertas.
Aún existen infinitos que se acaban con un simple parpadeo.
Aún existen utopías de 2 cm.
Aún existen promesas palpables por la incertidumbre.


Sin embargo, aquí estoy yo, donde aún existen los huracanes de carne y hueso que arrastran al mismo cielo hacia el averno. ¿Existe entonces libertad entre tanto presidio de falsas realidades?


Miriam Kapela

lunes, 7 de marzo de 2016

Siempre positivo

“Tú puedes, eres fuerte”, así empezaba la historia que Carlos contaba una y otra vez a sus hijas. Perecía una historia inventada ya que Carlos siempre la adornaba con superhéroes o seres inventados.

En realidad, en esta historia sí había un héroe, era su hermano. Aunque había muerto servía de ejemplo a muchas personas.

Nicolás era feliz, tenía su novia, sus amigos, su familia pero un día le detectaron una enfermedad muy extraña, su vida cambió por completo. Hace ya tres años que murió, pero aún así, los médicos siguen investigando lo que le pasaba.

Lo único que sabían de él es que su situación pasaría a la historia… siempre que le preguntaban:

-¿Cómo estás?

 El decía:


- Mejor que antes.

Teresa Hernández