En aquel día lluvioso y triste, allí estaba desorientado y lleno de dolores , pero aún así agradecido de que fuéramos simplemente a escucharle. Cada vez que me veía aparecer por allí me decía: "otra vez aquí a escuchar mis absurdas preguntas". Pero después de que aquel día me dijera eso, segundos después, dijo:
-¿Qué aportamos realmente a este mundo?
-Pues no lo sé. Lo único que hacemos es destruirlo cada vez más
Aprovechando aquellos últimos minutos, mi abuelo sonriente me cogía de la mano.
Inés Torrico
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