Creí que ya no me dolía tanto. Y exactamente eso pasó, que me lo creí.
Ahora tan solo eres un lejano recuerdo. Y es que conocernos estaba predestinado para nosotros, como cuando la tinta corre sobre el papel, como cuando la pintura toca el lienzo. Y te esperé, sin sentido, durante mucho tiempo, sabiendo que dolería. Estuve al borde del vacío pero no quería caer, por eso me mentía diciendo que no estaba rota.
Y me di cuenta de que realmente lo estaba; porque las heridas se curan, pero dejan marca.
Miriam Morán
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