sábado, 17 de octubre de 2020

El viejo roble

 Sobre ese abrupto terreno que tanto había costado labrar estaba aquel roble de avanzada edad, que podíamos deducir por su cercanía al cielo, lleno de hojas que tanto le había costado que brotasen, ya lucían frondosas. Éstas, que pasado un tiempo, abandonaron su hogar y decidieron dejar al viejo roble expuesto al frío. No tardó mucho en llegar y, a la vez, el adiós del roble.

Cerca de él, en una madriguera de conejos, había, madre de 7 gazapos que durante la primavera abrieron por primera vez sus ojos. A la infancia llegaron y ganas de salir a jugar nacieron en ellos, la madre consciente de la presencia de un peligro cercano rotundamente se negaba. El 16 de marzo llegó y rebosantes de ganas los conejillos salieron, con la desdichada que mostraron la entrada de su madriguera al raposo que los rondaba, noches después, una visita del pelianaranjado llegó. La indefensa madre ante él se postró dejando a sus crías sin el cuidado prometido.

Hoy, leo esto teniendo frente a mí a mi "viejo roble" y no pienso ser el próximo en continuar con esta historia.


Daniel Larena

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