domingo, 15 de noviembre de 2020

La mirada.



Habían pasado varios años, pero seguía presente en su mente y en su corazón cada día. Todo había cambiado en su vida, la fuerza que le empujaba a seguir hacia delante, le había abandonado con su muerte. Esa lluviosa tarde de noviembre, se llevó su última palabra, su última sonrisa, su último beso, le había arrebatado sin permiso lo más querido, le había robado las ganas de vivir, aquella maldita tarde ahogó con su lluvia su felicidad, inundó su corazón de melancolía. Desde aquella desdichada tarde, su mayor consuelo era su casa, allí era donde encontraba algo de paz. Su único tesoro, era una foto en el salón, era lo que más destacaba entre el resto de mobiliario, era un cuadro muy grande colgado en la pared, que mostraba un lindo rostro sonriendo. Cada vez que pasaba junto a él, sentía como su mirada dulce y llena de amor, le observaba, es más , sentía como le seguían esos tan queridos ojos, le seguían por todo el salón, independientemente de dónde se situara. Era como si aún tuviera vida, y se hubiera quedado en ese cuadro por siempre, para no abandonar a quién tanto le necesitaba, a quién tanto lloraba su ausencia. Esa mirada era su aliento y su agonía.


Virtudes Gilgado León

No hay comentarios:

Publicar un comentario