La noche baja el ritmo,
el mundo se vuelve gris,
y yo escucho mi silencio
hablándome desde allí.
No es tristeza profunda,
solo un tono más sutil,
como una nube que pasa
antes de dejarme dormir.
Slama Benaim
La noche baja el ritmo,
el mundo se vuelve gris,
y yo escucho mi silencio
hablándome desde allí.
No es tristeza profunda,
solo un tono más sutil,
como una nube que pasa
antes de dejarme dormir.
Slama Benaim
Aunque el camino oscurezca,
aunque no veas del todo el final,
basta una chispa pequeña
para empezar a avanzar.
Las metas son constelaciones:
se ven lejos desde aquí,
pero paso a paso brillan
y se acercan hacia ti.
Slama Benaim
A veces vuelve un recuerdo,
suave como un rumor,
pasa rozando la memoria
con un hilo de emoción.
No duele, pero pesa
como un suspiro lento;
es solo el eco amable
de algo que fue un momento.
Slama Benaim
“Lo que dolió quedarse”
No llegué cuando partías,
tu nombre ardía en mi voz,
el reloj marcó tus días,
y el mío se detuvo en dos.
Te busqué entre las promesas,
entre el ruido y el temblor,
pero el eco de tus huellas
solo me dejó el rumor.
Hoy te hablo entre la nada,
entre el llanto y el rencor,
fue tan cruel tu retirada…
que me morí sin tu adiós.
Slama Benaim
Desde hoy soy tu destino,
tu sombra y tu camino,
mi alma sigue tu trazo,
mi vida cabe en tu abrazo.
Te pertenezco completo,
en lo profundo y lo secreto,
en cada duda que late,
en todo lo que me ate.
Si existe otra existencia,
más allá de la conciencia,
en cada mundo posible
mi entrega será visible.
Porque nací para amarte,
para encontrarte y quedarme,
para seguir tu latido
aunque me haya perdido.
En cuerpo, mente y sentido,
en lo roto y lo construido,
mi ser contigo se alinea
como luz que no se apaga ni se quiebra.
Y si el tiempo se disuelve,
y otra vida se resuelve,
ahí también seré tuyo,
sin medida y sin orgullo.
Slama Benaim
Brilla el día
El sol despierta a la ventana,
pinta el aire con calor,
cada nube se hace clara
y parece una canción.
Camino y todo sonríe,
hasta el viento suave va,
como si el mundo dijera:
“Hoy también puedes brillar.”
Slama Benaim
En el laboratorio lunar, los científicos observaban con nerviosismo la cámara de contención. Era el intento número 269. Dos núcleos de hidrógeno se acercaban lentamente, con precisión. La presión, la temperatura… todo era extremo. Y justo cuando parecían a punto de fusionarse, ocurrió: se unieron sin explosión ni fallo, solo liberando una energía brillante y pura. En la sala, estalló la alegría. Habían logrado crear una fusión estable: una estrella nacía en las manos humanas y, con ella, una esperanza para un futuro más brillante.
Claudia Carrasco