lunes, 26 de mayo de 2025

Tabla periódica

 

 Cada noche, el pequeño Joaquín leía su póster de la tabla periódica como si fuera un libro de aventuras. Imaginaba a Helio flotando con globos, a Oxígeno salvando vidas, y a Carbono cambiando de forma: un día diamante, al siguiente grafito. Los metales alcalinos eran guerreros explosivos; los gases nobles, sabios ermitaños. Una mañana, en clase, la profesora le pidió que explicara la historia del sodio. Joaquín se levantó y dijo: "El sodio es como un samurái que explota si toca agua. Por eso vive solo, en su propio mundo". La clase se rió, pero la profesora sonrió. Joaquín entendía más química que muchos adultos: había convertido lo que aprendía en un cuento. 

Claudia Carrasco

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